sábado, 2 de agosto de 2008

ALGUNAS CONSIDERACIONES ACERCA DE LA LECTURA


Katherine Giraldo Uribe
Estudiante de la Licenciatura en Educación Básica
con Énfasis en Humanidades,
Lengua Castellana.Facultad de Educación, Universidad de Antioquia.


Leer es reflexionar, imaginar y comprender, recrear e interpretar; leer es comparar, es establecer relaciones, es producir significado. Leer no es una simple traducción de fonemas, no es asentir ni una mera decodificación de signos gráficos a una velocidad vertiginosa. Leer es aceptar la interlocución con un texto. La lectura es una aventura, es una pasión, un riesgo.

Le lectura es un proceso dinámico y flexible, en el cual el pensamiento y el lenguaje están involucrados en una transacción permanente, cuando el lector intenta construir significado a partir de un texto escrito. Sin producción de significado no hay lectura. En este sentido la lectura es considerada un acto productivo, porque leer es generar significado. El lector convierte en ideas, en pensamientos, en proposiciones, los signos gráficos que se encuentran en el texto, para ser interpretado, exige una participación dinámica del lector; toda lectura necesariamente es interpretación y lo que un lector es capaz de comprender y de aprender por medio de la lectura depende en gran medida de lo que ese lector conoce y cree antes de leer el texto.

Leer es una actividad mental compleja que involucra diversos actores, operaciones y factores, todos ellos relacionados entre sí. Estos tres elementos son determinantes en el momento de definir estrategias que tengan como finalidad desarrollar una mayor competencia lectora.

LA IMPORTANCIA DE LA LECTURA

Katherine Giraldo Uribe
Estudiante de la Licenciatura en Educación Básica
con Énfasis en Humanidades, Lengua Castellana.
Facultad de Educación, Universidad de Antioquia
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“Leer es, sobre todo, un ejercicio de conjetura. Es una capacidad para ir formulando continuas hipótesis sobre un sentido posible. La lectura es una construcción progresiva: una semiosis”.
Fernando Vásquez Rodríguez

De cara a la enorme avalancha de los medios de comunicación, cimentados en la imagen y en el lenguaje oral, y frente al particular impacto de la actual tecnología informática, la lectura de textos escritos sigue siendo el medio más eficaz para el desarrollo metódico del pensamiento, del lenguaje y de la personalidad. Ella es el principal vehículo para sensibilizar la cultura y enriquecer la enciclopedia personal. Sin dejar de lado que numerosos seres humanos son, en gran medida, el producto de muchos libros.

Asimismo, la lectura es el eje central de las estrategias para aprender y para desarrollar unas efectivas competencias relacionales: semióticas, discursivas, cognitivas y comportamentales. Competencias con las cuales la lectura establece una interesante relación lógica.

En la vida diaria de un estudiante, la lectura juega un papel decisivo. En todos los ámbitos, la lectura remite, de manera inevitable, al concepto de leer para aprender, en él se puede reconocer un objetivo básico del proceso lector. Un proceso que, a su vez, debe remitir a un pensamiento reflexivo, analítico, con capacidad de interpretación, de crítica y de creación. El pensamiento propio de un lector dialógico, autónomo, participativo y, por lo tanto, agente activo y responsable de su propio aprendizaje. Se debe tener en cuenta que el tipo de lectura elegido determina el tipo de pensamiento, y viceversa: una lectura activa, multiforme y plural implica un pensamiento con estas mismas características.

Constantemente, cuando se alude a la importancia de la lectura, se corre un riesgo muy grande: incurrir en su sacralización. En su texto Lectura y Literatura, Javier Navarro (1987:11) advierte que “a la lectura hay que pensarla en relación con lo que se lee, con la calidad de las obras leídas. La lectura no es algo por sí mismo bueno, ni una actividad santificadora. Puede ser incluso un medio de alienación más, como la televisión o cualquiera de los medios masivos de comunicación”. Esta observación hecha hace veinte años no se debe olvidar.

Por consiguiente, si se acepta que un aumento de la capacidad para leer trae consigo un aumento de la capacidad para aprender, entonces resulta innegable que existe un vínculo estrecho entre calidad de lectura y éxito académico.